Los juegos de mesa están de moda. La difícil situación
económica ha producido un auge inesperado de este tipo de entretenimiento y por
ello que menos que dedicarle un post. En esta ocasión hablaré de Viajeros al Tren
(Ticket to Ride) que es un juego muy divertido y capaz de proporcionar
incontables horas de entretenimiento.
El juego está diseñado por Alan R. Moon y publicado (2004) y
distribuido por Days of Wonder. La versión a la que he jugado es la de USA,
aunque actualmente existe gran variedad de versiones (Europa, India, 1910, etc.).
El juego ganó el premio a mejor juego del año 2004 y del 2005 en su versión
europea. Según la distribuidora, en sus diferentes versiones ha vendido cerca
de 3.000.000 de copias.
La dinámica es muy sencilla. Tenemos un tablero que
representa EEUU y Canadá, en el cual hay marcadas una serie de ciudades y entre
éstas trayectos representados por rectángulos. El juego consiste en completar una
serie de recorridos que se le asignan al azar, colocando trenes en sus correspondientes
trayectos y consiguiendo la mayor cantidad de puntos que le sea posible.
El juego se compone de dos tipos de cartas. El primer tipo
indica recorridos a realizar y el segundo se compone de una serie de vagones de
colores. Los trayectos están formados por rectángulos de los mismos colores que
las cartas de vagón, por tanto, cuando se acumulan los suficientes naipes de un
color para completar un trayecto, se descartan y se colocan tantos trenes como
cartas en él. Colocar trenes da puntos y completar trayectos también.
Parece sencillo, pero a medida que avanza el juego los
trayectos que a un jugador le interesan estarán ocupados por otro jugador. Lo
que en principio parecía un recorrido recto y sencillo se puede transformar en
una senda compleja y sinuosa, que requerirá más cartas y más trenes. Y así
sucesivamente.
La curva de aprendizaje es pequeña, por lo cual tras la
primera partida se estará en condiciones de ser un rival digno. Al tener un
proceso de juego sencillo, se puede jugar perfectamente en reuniones sociales,
es decir, con un par de copas en el cuerpo, sin que afecte en demasía al
resultado. Es un juego que amortiza la inversión tras un par de sesiones y que
no cansa excesivamente pudiendo jugarse dos o tres partidas en una sesión. Por
calidad-precio me parece una excelente elección como juego de mesa de cabecera.
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