Como no
podía ser de otra forma la serie Chuck no mantuvo el nivel. Las dos primeras
temporadas fueron un soplo de aire fresco, incluso tras revisionarla siete años
después. En la tercera comienza el declive de la serie y ahora recuerdo qué me
empujó a abandonarla.
Imagen oficial de Chuck |
La tensión
sexual, dicen los expertos, que mantiene viva una serie… cierto. Que Sarah y
Chuck sean pareja hace que se pierda gran parte del encanto. Chuck era patoso y
alejado de ser un hombre de acción, sus nuevos superpoderes de espía total
tampoco ayudan al personaje a hacerse de querer. Humanizar a Casey es otro
error y meter a Grimes con calzador humilla a los guionistas por echar mano de
un recurso facilón.
Esta
temporada se basa en que Chuck adquiere habilidades como karate, mecánica y
demás parafernalia de espionaje gracias al intersec. Es aceptado oficialmente
como agente y junto a un nuevo jefe de equipo, Daniel Shaw, y sus antiguos
compañeros deberá enfrentarse a una nueva amenaza llamada el Anillo.
Los
capítulos se basan casi toda la temporada en el ahora te quiero/ahora no de
Chuck y Sarah, pasando a ser un culebrón ñoño e insoportable. Chuck, además, da
bandazos inconsistentes sobre ser espía o no. Los capítulos cuentan con mayor
presupuesto y pasan a ser más irreales cada vez, teniendo guiones dirigidos
exclusivamente a adolescentes. El caso de la bella Yvonne Strahovski toca
fondo, teniendo como mejor recurso para la serie hacerla salir en ropa interior
casi todos los capítulos.
Me quedo
con las dos primeras temporadas. La tercera no es muy buena, pero al menos
entretiene, así que si quieres darle una oportunidad no sería considerado
delito federal. Aún así se atisba una decadencia acusada. Seguramente veré las
dos temporadas que quedan, pero con pereza… ya os contaré más.
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