La primera temporada de Ray Donovan tiene un sabor
agridulce. Comienza muy bien. Ray Donovan es un remedo de Señor Lobo de Pulp
Fiction. Se dedica a solucionar problemas de las estrellas de Hollywood (actores
pillados con travestis por paparazzis, jugadores de la NBA con hijos
ilegítimos, actrices con acosadores, ...). El problema será que es incapaz de
solucionar sus propios problemas. Tras veinte años en prisión por un delito que
no cometió -tal vez el único- su padre vuelve a su vida y complica todo el
mundo de Ray.
Ray Donovan y su padre. Imagen tomada de la web de Showtime |
La serie es un drama en el cual los capítulos comienzan con
problemas serios y acaban peor que empezaron. La capacidad de comerse marrones,
propios y ajenos, de Ray es impresionante. No es una serie para divertirse, es
demasiado dramática. No da un respiro en ningún capítulo.
Los actores son bastante buenos, exceptuando al protagonista.
Liev Schreiber sigue siendo Dientes de Sable. Su cara es inmutable y jamás
sabrás si se está riendo, llorando, disfrutando o sufriendo. Esto es un
problema. Si el protagonista no te mete en la serie mal vamos. Por otra parte, el
nivel de drama llega a ser insoportable. Nunca hay un momento feliz. Donovan
tiene un hermano violado por un cura pederasta, otro con Parkinson avanzado a
causa de heridas en un combate de boxeo, una esposa infeliz con su matrimonio,
una empleada incapaz de controlar su ira, un socio con demencia senil, ... Te
amarga la vida y eso no es lo que busco en una serie.
Los dos primeros capítulos de la primera temporada prometen
mucho, después la serie entra en un bucle depresivo y los dos últimos, al
menos, tienen carácter conclusivo y están bien atados con la trama. Permite
acabar la temporada (12 capítulos en total) sin necesidad de continuación -pese
a que sí hay segunda temporada-. A mi no me gustó. Prefiero series de acción
y/o comedia, aunque entiendo que habrá fans incondicionales. Por mi parte, con
una temporada es más que suficiente.
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