martes, 30 de diciembre de 2014

Magic: the Gathering

Recuerdo la primera vez que jugué a Magic. Mis amigos y yo veníamos del mundo del rol. Grandes tomos con infinidad de reglas, en los que el master debía aprender tablas, guiones, interpretar manuales y memorizar un sin fin de tablas numéricas y complicadas normas. Cuando jugamos a Magic por primera vez fue un soplo de aire fresco. Un juego de cartas con turnos básicos (bajar tierra, atacar y defender), en los que las reglas venían escritas en cada cartón. Sencillo y práctico, sin moderador y con un conteo que simplificaba quién ganaba o perdía.

Imagen de cartas de Magic obtenida de la web oficial

Incluso apostábamos para darle emoción. Una vez barajado el mazo, la primera carta era la apuesta y quién ganaba se las quedaba. Era emocionante ir a comprar sobres y ver qué te salía. Si era una carta muy buena procurabas no jugar con ella para no perderla... pero pasó el tiempo y abandonamos el juego.

Recuerdo la última vez que jugué al Magic. Un mundo semiprofesional. Las cartas valen mucho dinero online. Existen portales de compraventa y subastas en ebay. Ya no se apuesta porque hay cartas que valen más de 60 €. Las reglas han cambiado y son infinitas. No todas las cartas se pueden jugar y hay más de una decena de modalidades de juego. Se han editado montones de ediciones. Los sobres son carísimos. Cuanto más inviertes en tu baraja más posibilidades de victoria existen... ya no existe el soplo de aire fresco.

Wizards of the Coast ha creado una maquinaria perfectamente engrasada de fabricar dinero a costa de la simplicidad de la idea. El cartón de Magic se ha convertido en motivo de disputas. Personalmente, creo que ha perdido todo su encanto. Ha dejado de ser divertido. Es demasiado serio para mi gusto. Ya no disfruto porque no existe la posibilidad de sorpresa. A más dinero invertido más partidas ganas. Incluso existen portales de análisis, que indican combos ganadores entre cartas. ¡Una lástima, era un gran juego!

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