Los Pingüinos de Madagascar es la enésima vez que los
secundarios de una película han tenido más aceptación que los propios
protagonistas. La evolución natural, en los casos de las películas de dibujos
animados, es tener serie propia y luego film propio. En general, y en este caso
en particular, por separado de su alma mater la cosa no suele funcionar bien.
Una cosa es el aporte gracioso, que rompa la dinámica más seria de la película,
y otra muy diferente soportar durante más de una hora y media el peso de toda
la acción.
Imagen promocional de la web oficial |
Los Pingüinos de Madagascar intentan salvar un huevo de una
muerte segura y acaban en un zoo siendo las adorables estrellas. Esto genera la
caída de la anterior mascota preferida, el pulpo Dave, que a partir de entonces
tomará como objetivo de su vida la venganza de ellos y todos los pingüinos. Los
protagonistas se tendrán que unir entonces a otro grupo secreto para evitar la
debacle.
Dreamworks tiene excelentes animadores y suele destinar
grandes presupuestos a sus producciones. En este caso no es diferente. La pena
es que al poseer serie propia los argumentos empiezan a escasear y los gags
novedosos son ya casi imposibles de conseguir. La película apenas aporta nada
al espectador. En los USA, al menos posee dobladores con glamour (John
Malkovich y Benedict Cumberbatch), pero en España este detalle no se aprecia,
lo que es una pena.
En líneas generales, es una película para ver con niños, que
seguro que se divertirán, pero a los adultos apenas les aportará gran cosa. No
es una gran película y exceptuando las persecuciones -terriblemente divertidas-
y la excelente BSO -sobre todo en la apariciones del malvado Dave- no tiene
nada que destacar. Simplemente te aportará hora y media de relax y poca cosa
más.
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