lunes, 2 de febrero de 2015

AIDP

Mike Mignola, tras concretar los contratos como asesor de las películas de Hellboy, dejó de tener tiempo para compaginar guión y dibujo. Tomó la decisión de subcontratar a Richard Corben como dibujante de Hellboy -grave error para mi gusto- y sus guiones cayeron en picado. A su vez, surgió la idea de realizar AIDP, cómics basados en el resto de personajes que forma parte del grupo de Hellboy. Mignola aceptó, pero era evidente que sería imposible que se hiciera cargo de la serie, ya que no podía, ni siquiera, seguir en la suya propia. Así que se creó un equipo al efecto, supervisado por el propio Mike.

Portada de AIDP: Plaga de Ranas, tomada de la web de Dark Horse

A día de hoy, he leído los dos primeros tomos de la edición integral, con el tercero en la recámara. El primer tomo supuso una decepción en su mayoría. Los guiones intentaban emular la obra de Mignola, pero no alcanzaban ni a ser su sombra. La serie empieza bien, pero va decayendo a medida que avanzan las páginas. Como solución para reflotarla se optó por consultar a Mignola, que decidió realizar el aporte que salvaría la serie: contarnos el pasado de Abe Sapiens. Sólo por este capítulo merece la pena leer el primer tomo.

Con el pulso ya cogido a la historia y nuevas puertas abiertas, el segundo tomo mejora sustancialmente. El nuevo equipo parece perder el miedo a meter la pata y crea tramas y personajes originales muy en la línea de Hellboy. Ya comienza a ser una serie a seguir.

Como hilo principal tenemos a un Hellboy que abandona AIDP. Este terremoto hace que la agencia deba replantearse su modus operandi y su escalafón de mando. Durante este proceso se descubren una plaga de ranas humanoides, similares a los hermanos Cavendish, que pretenden invocar a un ser primigenio que destruirá la humanidad.

Técnicamente la edición está muy cuidada, con una buena encuadernación, papel de calidad y excelente impresión. Son cómics caros, como todos los relacionados con Mignola, pero mucho más económicos que comprar los números sueltos. El dibujo supone un gran pero, con un Guy Davis que dibuja muy bien escenarios y muy mal personajes, aunque los grafismos se adapten bien a la acción. El guión va de menos a más, casualmente coincidiendo con la supervisión de un Mike Mignola  liberado de sus compromisos cinematográficos.

En general, se trata de una buena colección, pero tampoco resulta imprescindible. Si quieres comprarla, debes asumir que no es Hellboy y que, de hecho, pretenden distanciarla todo lo que puedan. No es una mala adquisición, pero sólo si ya tienes a su serie padre, la magnífica Hellboy.

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