Mike Mignola, tras concretar los contratos como asesor de
las películas de Hellboy, dejó de tener tiempo para compaginar guión y dibujo.
Tomó la decisión de subcontratar a Richard Corben como dibujante de Hellboy
-grave error para mi gusto- y sus guiones cayeron en picado. A su vez, surgió
la idea de realizar AIDP, cómics basados en el resto de personajes que forma
parte del grupo de Hellboy. Mignola aceptó, pero era evidente que sería imposible
que se hiciera cargo de la serie, ya que no podía, ni siquiera, seguir en la
suya propia. Así que se creó un equipo al efecto, supervisado por el propio
Mike.
Portada de AIDP: Plaga de Ranas, tomada de la web de Dark Horse |
A día de hoy, he leído los dos primeros tomos de la edición
integral, con el tercero en la recámara. El primer tomo supuso una decepción en
su mayoría. Los guiones intentaban emular la obra de Mignola, pero no
alcanzaban ni a ser su sombra. La serie empieza bien, pero va decayendo a
medida que avanzan las páginas. Como solución para reflotarla se optó por
consultar a Mignola, que decidió realizar el aporte que salvaría la serie: contarnos
el pasado de Abe Sapiens. Sólo por este capítulo merece la pena leer el primer
tomo.
Con el pulso ya cogido a la historia y nuevas puertas
abiertas, el segundo tomo mejora sustancialmente. El nuevo equipo parece perder
el miedo a meter la pata y crea tramas y personajes originales muy en la línea
de Hellboy. Ya comienza a ser una serie a seguir.
Como hilo principal tenemos a un Hellboy que abandona AIDP.
Este terremoto hace que la agencia deba replantearse su modus operandi y su
escalafón de mando. Durante este proceso se descubren una plaga de ranas
humanoides, similares a los hermanos Cavendish, que pretenden invocar a un ser
primigenio que destruirá la humanidad.
Técnicamente la edición está muy cuidada, con una buena
encuadernación, papel de calidad y excelente impresión. Son cómics caros, como
todos los relacionados con Mignola, pero mucho más económicos que comprar los
números sueltos. El dibujo supone un gran pero, con un Guy Davis que dibuja muy
bien escenarios y muy mal personajes, aunque los grafismos se adapten bien a la
acción. El guión va de menos a más, casualmente coincidiendo con la supervisión
de un Mike Mignola liberado de sus
compromisos cinematográficos.
En general, se trata de una buena colección, pero tampoco
resulta imprescindible. Si quieres comprarla, debes asumir que no es Hellboy y
que, de hecho, pretenden distanciarla todo lo que puedan. No es una mala
adquisición, pero sólo si ya tienes a su serie padre, la magnífica Hellboy.
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